Poneros lazos azules;
verdes, negros,
y recordad a los muertos
que han caído,
mártires del pensamiento,
de las palabras... del silencio.
¡Hermano! ¡Hermano!
¿De qué me pinto las manos?
¿De blanco?
O me las pinto de muerte,
para no verte.
O rojas: como tu sangre,
hermano.
O mejor... no te miramos
y nos lavamos con agua;
las manos...
y la conciencia:
como aquel cónsul romano.
¡Ay hermano, hermano!
jueves, 7 de febrero de 2008
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