Octubre... Octubre...
Mezcla de frío y arena,
que se introduce en las venas
como potente abrasivo.
Arranca, mata, destoza,
todo lo que sale al paso:
desde la pierna hasta el brazo
y del codo a la cabeza;
dejándote hueco, vacío: muerto.
Así es octubre, gris.
Víspera de difuntos.
Antesala de la muerte, que viene a verte:
a recoger su cosecha...
de carne torturada, cansada, yerma.
Hace mucho, ¡mucho frío!
No queda luz en el cielo.
Los pájaros se han ido, dejándonos en silencio.
No quieren ver el final.
¡Triste y fatal final que espera!
Ya no está la primavera.
El verano se nos va.
El invierno es inminente.
Estoy de cuerpo presente.
¡Me habéis condenado ya!
Así, es octubre... la vida; amarga, gris.
Ya que me habéis matado y torturado mi cuerpo;
hacer tiras de mi piel.
¡Abrirme en canal el pecho y arrancarme el corazón!
Con vuestras uñas, negras y afiladas; cortar las venas:
la cava... la aorta...
Destrozar las mítrales.
Junto con los genitales, dejarlas secar al sol;
para pasto de los buitres y alimañas carroñeras:
que te matan y comen tu carne muerta.
¡Beber mi sangre!
que es roja...
¡Cómo las tardes de octubre, peleando con las sombras!
Cuándo ya no quede nada; noche cerrada.
Cuándo el corazón...
sea solo músculo; sin corazón, sin latidos:
extirparme los pulmones, el bazo.
Seccionarme el espinazo.
Aplastarme el pie derecho.
Ponerme una roca en el pecho de doscientas toneladas;
que no pueda respirar, que no pueda decir nada:
¡Ni un quejido!
¡Ni un sollozo!
¡Ni un suspiro!
Que nada pueda escuchar ¡nada!
No quiero llantos y risas de serpientes y de hienas...
Para que sea perfecta tamaña carnicería;
machacarme la cabeza con un martillo pilón.
Mirar si queda algo dentro.
¿Qué es lo que veis...? ¡Nada! ¡Nada! ¡Desolación!
... y silencio.
Ya no queda nada en la morada del alma.
Hace mucho, mucho tiempo, que se fue desesperada.
Así es como me dejáis: sin cuerpo, sin alma;
sin nada...
Así, estoy yo. Así es octubre; gris.
Después de tando dolor: aún podéis sacar provecho
del destrozo.
Meter todos los trozos, en el centrifugador.
A dosmil revoluciones, tenerlo puesto un buen rato,
y obtendréis un ungüento.
Apto: para bronceado, depilatorio,
mascarilla de belleza, hidratante o desodorante;
que disimule el hedor que deja, la intolerancia,
la indiferencia...
Las vanidades que os encadenan.
Que vuestro cuerpo aparezca...
blanco, limpio, reluciente; oliendo a aromas de oriente,
pero podridos por dentro.
¡Qué atroz!
¿No sabéis, que ya estáis muertos?
¡Sí, sí, muertos, muertos...! hace mucho, mucho tiempo.
Mucho antes que yo.
¡Así es octubre; gris!
martes, 22 de enero de 2008
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